miércoles, 29 de agosto de 2007

La estatua del jardín botánico

Hace poco más de 25 años, cuando todavía era un adolescente, escuché esta canción por primera vez, y sin saber muy bien porqué desde entonces la llevo guardada en un rinconcito de mi triste y melancólico corazón.

Anoche, estando en la playa, alguien pasó y me dijo que habría un eclipse. Era una noche calurosa y no me apetecía volver a casa, así que me quedé esperándolo.

Estando ahí, sentado en una roca en medio de la oscuridad, afloró nuevamente esa canción en mi mente, y me sorprendí al descubrir el porqué esa canción llevaba tantos ocupando mi añejo corazón: era un tema premonitorio de mi jodida vida.

Llevo toda mi puta existencia esperando sin razón que las cosas pasen, incapaz de tomar cualquier determinación. Hace más de 40 años que persigo un enigma que jamás alcanzaré. Y además soy metálico: me protejo del mundo con una vieja armadura que me hace inalcanzable y que me aísla de todo (de lo bueno y de lo malo). Sí, definitivamente debo ser una estatua.

Me quedé esperando el eclipse unas horas más, pero no llegó.

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